Economía Y Mercado, 18 de Septiembre 2023
José Antonio Licandro
Argentina está al borde de la hiperinflación no suena para nada original. De hecho, los candidatos de la oposición están poniendo como gran prioridad estabilizar los precios. Unos proponen la dolarización oficial de la economía haciendo desaparecer el peso, otros proponen estabilizar el peso conviviendo con la libre circulación del dólar, lo que llaman bimonetarismo (a la uruguaya o a la peruana). El oficialismo, tal parece, propone más de lo mismo que ha hecho hasta ahora.
La situación inflacionaria actual y sus perspectivas de corto plazo están mostrando de manera muy cruda sus efectos perversos en materia económica y social. Una economía desquiciada, donde el horizonte económico es el día a día, donde los que viven de ingresos fijos en pesos saben que al cabo de un solo mes pierden probablemente más de 10% de capacidad de compra es, para un país que no está en guerra, el peor de los escenarios.
¿Cómo se llegó a esta situación?
Creo que es bueno recordar porqué Argentina llegó a esta situación tan deplorable. Lo primero que me viene a la mente es el negacionismo de las verdaderas causas de la inflación
sobre el que se edificó la política macroeconómica durante los gobiernos kirchneristas. Es dable recordar afirmaciones repetidas hasta el cansancio por gobernantes como Marcó del
Pont, Kicillof, Massa o la propia Cristina Fernández en el sentido de que “la inflación no es un fenómeno monetario” y que sus causas estaban en los empresarios que aumentaban sus precios con el fin de apropiarse de los ingresos de trabajadores y jubilados.Así, con esa visión que podríamos definir como “marxniqueísta”, mientras recurrían por lo alto cada vez con mayor frecuencia a los fracasados controles de precios para tratar de mitigar la inflación, por lo bajo incrementaban el gasto público mucho más allá de lo que la recaudación tributaria habilitaba, supuestamente en planes de apoyo a la población más pobre y subsidios a los servicios públicos. Al principio se endeudaron adentro y afuera del país para financiar el agujero fiscal creciente. También se hicieron de otros recursos, como la “estatización” de los ahorros de los trabajadores que tenían en su subsistema jubilatorio de ahorro individual. Cuando ya no había recursos a los que echar mano y la deuda pública era tan alta e insostenible —tanto que se le cerraron todos los mercados voluntarios— recurrieron en exclusiva al financiamiento monetario del BCRA. Para poder hacerlo, primerole habían quitado su independencia y la prohibición de financiar al fisco. Total: ¡Si la inflación es un problema de quienes fijan los precios!
Luego, el financiamiento monetario se desbordó al ritmo de los aumentos de gasto y de una recaudación cada vez más endeble, debido al conjunto de políticas fracasadas que llevarona Argentina al estancamiento productivo y al aumento de la pobreza. Mientras, desde este lado de los ríos Uruguay y del Plata, mirábamos atónitos esta película argentina de terror como una remake de viejas hiperinflaciones, con otros actores, pero con el mismo desprecio por la estabilidad macroeconómica y de precios.
Por suerte, de este lado de los ríos que nos hermanan parece que aprendimos la elementallección y hoy nadie parece atreverse a repetirla (aunque también quedan resabios“marxniqueístas” agazapados). En efecto, si bien no tenemos un banco central independiente, este no puede financiar al fisco, el cuidado porque no se desmadre la alta inflación atraviesa a todo el espectro político relevante y se dispone de una institucionalidad fiscal que nos pone lejos de esa tragedia.
¿Logrará Argentina estabilizar los precios?
Esta pregunta es pura incertidumbre. Primero que nada y fundamentalmente, porque corregir el desequilibrio de las cuentas fiscales y volver a tener acceso al financiamiento voluntario parecen estar muy lejos. Por una parte, los impuestos son altos y la reducción de gastos, que no parece tener alternativa que reducir planes sociales y subsidios absurdos de tarifas públicas, encuentra una proporción de población pobre y pauperizada extremadamente dependiente de dichos planes y subsidios. Se necesita mucha espalda política y social para lograrlo sin estallidos sociales.
Por otra parte, Argentina necesita volver a crecer, tanto para mejorar los ingresos de las personas como los del propio Estado. Y ello requiere modificar otra gran cantidad depolíticas públicas que están detrás de su estancamiento más allá de los desequilibrios macro,como las detracciones a las exportaciones y los tipos de cambio múltiples, por citar solo dos.
Las perspectivas en el plano político tampoco parecen muy auspiciosas. Si ganara el oficialismo solo puede ofrecer más de lo mismo. Si ganara alguna de las oposiciones,dependerá de la voluntad de la otra para formar mayorías en el congreso y ponerse de acuerdo en un conjunto de medidas duras, normalmente vistas como impopulares y que demoran en tener efectos positivos para la gente.La estabilización de precios parece urgente, pero para sostenerla las otras reformas son
imprescindibles. De este lado de los ríos, esperamos que nuestros hermanos argentinos encuentren de una vez y para siempre los caminos para su prosperidad. No solo porque nos conviene, sino, sobre todo, porque nos duele.